domingo, 18 de enero de 2009

Las cosas que no te puedo decir



Yo pienso en ti, tú vives en mi mente.
-José Batres Montufar.

He buscado en mil y un poemas cómo
decirte que te amo, he leído mil y
un libros tratando de encontrar esas
palabras secretas que se escapan a
mi razón sólo para confesarte mis
secretos. He visto por sobre hombros
de gigantes todos los grandes amores
de la historia, todas las locuras
desmedidas y apasionadas del hombre,
he derramado cada gota de sangre, he
proferido todos los lamentos
contenidos en la tristeza del mundo,
he sido el Atlas mitológico durante
años, soportando esta desazón que me
corroe y quiebra el alma sólo para
encontrar las palabras más bellas.
Luego de tantos años de estudio, de
desvelos, de llantos, de decepciones,
de la ingesta continua de todas las
flores, la respiración de los aromas
más dulces, después de observar los
lugares más bellos de la tierra, de
escuchar las baladas más románticas
y desgarradoras, mi vida ha culminado,
ahora soy un viejo decrépito sentado
en un escritorio, con toda la
sabiduría del universo entero, con
todos los títulos que alguien pueda
llegar a alcanzar y un poco más, con
estantes llenos de libros, enciclopedias,
revistas con los secretos para enamorar
a alguien, textos de brujería, lo que te
pase por la mente y no exceda tu
imaginación he llegado a saber. Aún no
logro deshacerme de esta tristeza, de
este deseo inefable que tengo de decirte
las cosas que sufro. Las noches se vuelven
eternas, el sol amanece y todos los
astros me ven con indiferencia, sabiendo
que tengo números inimaginables de cosas
para decirte, para susurrarte al oído con
la delicadeza que una madre arrulla al
niño. Te veo y trago mi saliva con
dificultad, raspándome, desgarrándome por
dentro sabiendo que soy más de lo que ves,
que soy aquello que nunca has podido alejar
de tu mente, de tus impulsos alocados, de tus
niñerías, de tus desaciertos y tantas otras
cosas. Los días, las horas, los minutos, los
segundos han dejado estragos tras de sí sobre
todo mi cuerpo, ya no soy el joven que
una vez volviste loco con tu mirada, que
a escondidas de todos, protegido por la
luz de la luna te visitaba todas las
noches, quien en tu ayuda saltaba a lo
desconocido, ni aquel que ahuyentaba tus
miedos, ahora solamente soy un viejo que
nunca tuvo la oportunidad de decirte que
siempre deseó nadar en el límpido mar
de tus ojos, que siempre quiso beber el
néctar de tus labios, que vio en tu
sonrisa la salvación eterna, que en tus
manos encontró la condena de Cristo, que
en tus senos buscó montañas y ríos, que
adoró siempre los pies que te sostienen,
que escuchó en tu risa el cantar de los
querubines y serafines, que sintió en
tus llantos el dolor de la vida, que en
tus caricias conoció la muerte, que en tu
cabello descubrió el Edén. En fin, quizá
sea muy tarde, quizá hayas olvidado lo que
soy, pero este viejo que ahora muere,
siempre quiso decirte que te ama, que te
amó por siempre, y que te amará aun cuando
los cielos hayan descendido sobre nosotros.
Discúlpame por haberme tomado tanto tiempo,
hay cosas en el infinito cielo que Dios ha dejado
sin nombre y este ha sido mi castigo.

4 comentarios:

Narcy dijo...

Se inspiró el amigo Oquendo, qué bien te quedó este poema. Es todo aquello que se esconde sin razón, eran otros tiempos los que yo creía que guardar algo era lo mejor y más tarde ya no valen las disculpas.

Juan Diego dijo...

Sí, fue un poco difícil publicarlo, me deja muy vulnerable ante ella, pero era necesario hacerlo.

Anónimo dijo...

que dice CURSI!! ahh no era gay jajajaja

"muy vulnerable" jajajajaja..por eso mejor dígaselo, escríbaselo, hagale una manta vinílica, tatooeselo y así talvez le entra en la cabeza.....

Juan Diego dijo...

jajajajajajaja, momento, momento, ¿a quién le entra en la cabeza? Creo que tanto usted como yo, deberíamos mandar a hacer mantas vinílicas de 20x20 metros y colgarlas en sus respectivos lugares. Y además, ni se le ocurra sentirse "identificada" porque si no ya se la llevó la mula mano, jajaja. ¿Y porque como Anónimo? No pierda su identidad electrónica, jajajajaja. Lo más cague de risa es que sé que es usted por la conjugación verbal que se fumó ahí con Tatuar, tiene su nombre a la par, jajajajaja.