miércoles, 7 de mayo de 2008

Un corazón debajo de una piedra

Tú, donde y en quien encuentro estas sensaciones
que me enloquecen, que traen loco de remante,
deseo agradecértelas, ya que no están en ninguna
otra parte del universo.

Tus ojos contienen todos mis sueños y anhelos,
toda la esperanza de que el mundo sea un mejor
lugar para todos, para mi, tus ojos que destellan
en un atardecer me lanzan promesas de amor y
le dictan a mi corazón a que ritmo palpitar, tus
ojos que me adormecen y calman, son tus ojos los
que deciden los caminos que mi vida tomará,
desde el día en que supe que estaba perdidamente
enamorado de ti hasta el día de mi muerte y más
allá, más allá hasta el fin de todo. Cuando te tengo
cerca, pero cerca en verdad y puedo respirar tu
aliento, sentir la esencia de tu hermoso cuerpo, me
deshago y convierto en polvo, llámame y restituiré
todo mi ser solo para amarte nuevamente con todo
lo que un hombre puede amar a una mujer.

Luego que tus ojos se han cerrado y yaces junto
a mi en una noche de calor y de mar y de estrellas,
contemplo lo bella que eres, la delicadeza de tus
manos que me acarician con ardiente deseo,
elevándome al cielo mismo, tus manos que tocan
mi rostro y es como si todos los ángeles me abatieran,
y yo, deseando que tus manos estén en todos mis
sobacos, tus manos que son capaces de atrapar mi
amor por ti para que lo lleves contigo como un
pendiente oculto que nadie jamás verá.

Tu piel blanca escondida bajo las delgadas
sábanas de la noche-estrella cautiva mi pasión,
tu piel que se extiende hasta el infinito, tersa y
aromática, la orquídea de vainilla más encantadora
que este pobre tonto ha llegado a acariciar, quiero
conservarte por siempre, enseñarle al mundo lo
bella que eres y ser tu guardián eterno, ser la tierra
que ha de sostenerte y alimentarte, ser los rayos de
luz que han de entibiarte una fría mañana, tu piel es
seda ante mis caricias, no te toco, no te toco, temo
lastimarte con mis rudimentarias manos que trabajan por ti.

Camina, flota, vuela, que las mismas calles de
esta ciudad no merecen que tus pies las toquen,
pies pequeños y delgados, hermosos, uno tras
otro andan dirigiéndote a mi, que tus pies saben
que nunca encontrarás un amor como el mío, tus
pies que son ajenos a mi, tú que me los prohíbes,
déjame aunque sea, construirles un camino de fino
cristal para que puedas pasear conmigo bajo las
estrellas de esta noche y dejar que las aguas del
universo besen tus pies por mi.

Tus labios son las cerraduras que protegen la miel
de tu boca, tus labios finos dejan marcas en mí
como cicatrices de guerras que hemos desatado
tu y yo, tus labios candorosos que dibujan el estado
de tu alma, una sonrisa, un espasmo de dolor, tus
labios que embelezan con sus danzas, quiero ser
dueño y señor de ellos, que obedezcan mis ordenes
y besarlos y ser besado por ellos, que tus besos son
respiración para el ahogado, calma para el dolorido,
compañía para el solitario, y la más grande expresión
de amor y deseo que de ti conozco.

Tu cabello, tus hebras, tus rizos, todo tu nido de
primavera se agita al viento esta noche, y en la
oscuridad, el azabache de tu pelo suelta azahares
de higo, dulces higos, así tus cabellos percibo, y
enredarme entre ellos es mi mayor deseo, dejar
que me atrapen y no me suelten, que cubran tu
rostro para ocultarme tus pensamientos, que te
escondan y yo tenga que buscarte entre ellos,
porque luceros oculta tu largo cabello.

“Toma mi mano, vamos, no te lastimaré, toma mi mano y se mi compañera de vida en este instante, ven conmigo a caminar y te enseñaré lo que es realmente el amor.”

1 comentario:

Anónimo dijo...

eS Un pOEmA iNsPiRaDoR...!